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Brindo por la familia (del otro)

 

Hoy en #JuevesOdiar

 

Hoy quiero brindar por la gente sencilla, por el amor; brindo por la familia

 

    Conociste al amor de tu vida. Se proyectan y quizás hasta ya viven juntos. Se llevan demasiado bien y congenian en esas pequeñas cosas de la vida cotidiana que suelen ser un dolor de cabeza para el resto. Él aguanta los pelos en la ducha y ella los peos nocturnos. Son una pareja feliz y sólida que ha superado diversas dificultades… salvo una: el almuerzo familiar del domingo.

Porque pa’ qué andamos con cosas, si uno tiene problemas con su propia familia, cómo no los va a tener con la familia del susodicho. Bueno, a mi no me ha pasado nunca; yo soy la nuera perfecta, la que sabe cocinar, tejer y coser a máquina, la que puede hablar de cualquier tema en la mesa y es muy educada…

 

 - ¿En qué universidad estudió usted, mija?

 - En la Chile.

 - Oaaayy esa universidad llena de terroristas del estado.

 

    ¿Qué? Miro la cara del susodicho, que me suplica que no siga la pelea. Y pasa piola. Después:

 

 - Me voy a tomar las vacaciones en semana santa.

 - Pero niña, si Semana Santa es una época de reflexión y oración. No es para andar pasándola bien.

 - Es que en mi casa no somos creyen…

 

    Creí que a la suegra le estaba dando un infarto. Tenía el rostro enrojecido y los ojos en blanco, casi podía adivinar su pensamiento en el que me maldecía por cochina pecadora. Por la chucha, uno siempre escucha hueás (y lee imágenes de fb de las que ya he hablado antes) que dicen que la familia es lo primero y hueás… pero nunca se habla de la familia de la pareja; demás que es porque saben que ese es un terreno minado y que en verdad nadie se lleva 100% bien con la suegra/o, cuñada/o, etc. Los factores que influyen en que la relación con la familia de tu pareja (no solo pololes, pa meter también aquí a los casados: no se hagan los hueones, TODOS pasan por esto) termine siendo como las hueas son caleta: Los modales, las tradiciones, la religión, los intereses políticos, deportivos, etc. Recuerdo la casa de este saco de hueas al que referí en la dramatización anterior: allí estaba vetado hablar de política y religión cuando yo llegaba a la casa y, hueón, en la mesa no volaba ni una mosca y tenía encima la presión de que eso era por culpa mía.

 

     Hay otros más careraja y que cuando saben que vas, se apuran en almorzar temprano, cosa de no tener que compartir contigo en la mesa. Terminai almorzando sola, como pensionista, en la mesa de la cocina. Que te dejen debajo de la mesa en un almuerzo familiar no quiere decir otra cosa que no eres considerado apto para formar parte de ese grupo o que los cabezas de familia no quieren que tus hijos lleven su apellido o sus genes… o que hay alguien más importante que tú en ese mismo instante. Así como la hermana perfecta de Helga Pataki, Olga (Oooolgaaa, léase con voz de Helga) lograba que toda la familia babeara por ella en cuanto cruzaba la puerta y la pobre uniceja pasaba a tercer y cuarto plano; la llegada de la hija/nuera pródiga a la comida familiar puede causarte varios desaires porque es más rica, tiene menos cara de buena pal pico, más plata o papitos ex compañeros de curso de los suegris, van ala misma iglesia o qué se shó. Las posibilidades son infinitas y tú, pobre energúmena de colegio municipal, consumidora ocasional de drogas y buena pa la cumbia, quedai rezagada al plato del perro.

 

     La cuestión es que si te estai tirando al sujeto en cuestión, aguantándole el olor a pata y demases, lo mínimo a lo que debieras acceder es a un plato de comida en una mesa digna, con pancito y postre. Mal que mal, si el hijo/a te eligió, no es “a pesar de que no seas como su familia quiere”, más bien; es porque “no eres como su familia”, como el montón de levantados de raja que coinciden domingo por medio debajo de un parrón lleno de bichos. 

 

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