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El Señorismo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                Confieso que padezco de señorismo agudo. Grave, tratable por la UTI, causa de muerte de juventudes.

Últimamente me pasa que prefiero mil veces quedarme en mi casa a ver Netflix, comiendo papitas que salir al frío, a ponerme vestidos apretados, bailar con gente que no me importa, hacer el clásico small talk (que honestamente es una weá as-que-ro-sa), tomarme tragos con plata que no tengo y llegar agotada pensando que dormí poco y que el lunes tengo que levantarme a las 6. ¿Soy culpable de mi destino, oh Alá?

              La weá es brigida, no he salido en meses y estoy súper tranquila durmiendo en mi cama (de dos plazas, high five!) y comiéndome todo lo que me podría estar tomando (que al final, damos y caballas, lo ganaría igual con toda la azúcar que tiene el copete de cantina. Corta).

             La weá es que mi señorismo es terrible, pero no me arrepiento. Vivo la vida feliz y tranquila desde mi hogar, tomando tecito con galletas, viendo series y películas, abrigadita y sin pasar frío.

Igual todo eso hasta que llegue el verano. Ese es el momento de destape, señoras!

VIVAN LAS SEÑORAS!

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