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La opresión de las barbas... del sostén

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las mujeres me van a entender. Andas feliz de la vida haciendo tus cosas, cuando de repente, zas!! Pinchazo al costado de un pecho y dolor constante. Disimuladamente tratas de arreglar el problema sin que sea demasiado evidente que te estás tocando una pechuga, pero en ese momento da lo mismo, porque no es para nada agradable andar caminando con un fierro enterrándose en tu costado, cual Jesús siendo crucificado (sin ofender a los creyentes).

Apenas tienes la oportunidad, sacas al maldito, todo sea por el bienestar propio. Las barbas del sostén son maravillosas para realzar a nuestras niñas, pero cuando éstas se rebelan y hacen un hoyito para oprimirte, el amor a este invento se acaba.

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