top of page

La revisión técnica 

No, no es un taco, pero lo parece. Llevo más de dos horas esperando en una fila de autos que empecé a 5 cuadras del lugar y he avanzado 2. Una cuadra por hora, es lento considerando que no es un atochamiento, pero tampoco hay mucho más que hacer salvo quedarme pegado al celular, actualizar mi estado de Facebook a "Alguien que ande en el sector podría acompañarme?", fumarme un par de puchos, hablar con gente que no hablaba hace tiempo por Whatsapp, acordar un carrete y revisar mi penoso estado de cuenta.
Por suerte, siempre aparece la astucia del chileno vendedor oportunista con plumillas, extintores y, lo mejor de la vida, una especie de kiosco ambulante con algo para comer. A pesar de ser un tipo precavido y decidir almorzar antes de salir, no me esperaba esto. En estas 5 cuadras hay negocios establecidos, y curiosamente entre ellos un restaurante con una solución bastante especial: ofrecer, auto por auto, sandwiches a "domicilio". Clever.
Esas cosas, junto a muchas otras, nos caracterizan como pueblo: filas de última hora y el oportunismo del vendedor hábil. No es la mal llamada generosidad cuando hacemos el depósito anual para aquel programa televisivo que ayuda a niños con dificultades varias, no. Es esa picardía de saber o tratar de sacarle provecho a situaciones desfavorables marcadas por un sistema disfuncional. Por cierto, una señora me acaba de hacer una encuesta sobre la situación del país. Adivinen qué respondí...
Espero llegar al lugar donde corresponde a buena hora, o al menos antes de las 20:00 que es cuando cierran, ya que no logro ver la edificación desde donde estoy. Son las 16:50 y la verdad es que no le tengo mucha fe al destino esta vez. A cruzar los dedos! Dónde habré dejado mi pata de conejo...

 

 

Cecil Honeyman

bottom of page