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                    Los baños públicos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando era pequeñita mi mamá me enseñó la técnica ideal para hacer pipí en un baño desconocido.  Aunque no era para nada sencilla, la práctica hace al maestro, no?

Ante todo, siempre llevar papel higiénico, porque parece que hay algunas vaginas que se alimentan de él. Luego, observar el baño y poner sobre la tapa del wáter pedacitos de papel para que tu trasero no toque esa superficie. Al “sentarte”, porque lo ideal es sólo agacharse, hacer maniobras para que el pantalón no toque el suelo. Además de con una mano afirmar la puerta que muy posiblemente esté mala.  Cuando ya empiezas a evacuar, hacerlo en chorritos, porque mamá escuchó no sé dónde, que los bichos infecciosos pueden subir por la orina. ¡Horror! Y esto se pone peor cuando te dan ganas de ir al baño y estás llena de bultos (en un terminal de buses por ejemplo), porque por lo general el suelo siempre está mojado y/o no hay percheros. Acá te vuelves un pulpo malabarista.

Pero con el pasar de los años, uno deja de ser tan cuática, porque los baños de la U*, ufff! No encontrar algún submarino, gotitas en el borde o que no hayan tirado la cadena, es una misión cada vez más imposible.

Niñas por favor, eso no se considera acto de rebelión contra sus mamitas, sólo malas costumbres y ser cochina.

 

 

*A excepción de aquellas Ues con más poder adquisitivo.

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