Reivindiquemos los placeres culpables
Mientras a uno le duró el tineillerismo, existía esto de los gustos aceptables por la pipol y otros que te hacían ganar solo el odio general “es que no podís escuchar a los Miauguau, son muy malos!”. Y claro, uno escondía dentro del clóset musical todas esas canciones y grupos que no estaban socialmente permitidos. Por pura vergüenza. Penca pos, perrito.
Hoy tengo ganas de eliminar para siempre el closet musical y decirle sí a la diversidad. Yo creo que cuando uno crece (abuelaaaaaa) desarrolla una posibilidad verbal que antes no existía, la verbalización del: me importa un pico lo que pienses. Y es bacán. Es liberadora. Es posible de ser usada ante preguntas de calibre malaonda tales como:
- Ay weon, por qué escuchai esta wea?
- Porque me gusta po y qué tanto? Seguro escuchai Beethoven todo el día voh po.
Quizás soy yo, pero a estas alturas ya no me puede importar menos si used piensa que soy estúpida porque me guste el pop tineiller. Vaya a tirar su odio a otra parte porque por acá le tiraré Britney a todo chancho.
HIT ME BABY ONE MORE TIME!