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Dárselas de Fitness

Ya les conté antes que soy una señora y, como tal, mi deber máximo es sentarme en el sillón de mi hogar a ver Netflix y comer dulces, pastelitos y pizzas. Todo iba miel sobre hojuelas (con salsa de chocolate encima y quizás un poco de helado. Ctm, que rico) hasta que llegó el Negropelao, el onvre que la hace a una salir del señorismo con sus musculicidades y enunció la temida frase: “y si vamos a hacer trekking?”.

 

Conchelosloros, y yo que con cueva camino del sillón al baño y de vuelta, o a la cocina, en su defecto. Pero como una es tontaza y se pierde en los ojos de Negropelao dijo que sí, obvio, ¿qué tan terrible puede ser?. Y ahí caché que mi vida de señora había llegado a su fin.

 

Negropelao llegó temprano al hogar para llevarme a la naturaleza y a mi muerte. Caminamos hasta llegar a un lugar decente y empezamos con la excursión. La cuestión al final no fue tan terrible, tuve que parar cada dos minutos porque no tenía aire, me dolían las piernas, pero me hacía la amazona porque ¿cómo tan pa la cagá, perrita? Llegamos al fin de recorrido para señoras y la weá me convenció: igual no es tan mala la cuestión. Igual se ve la raja el mundo desde arriba.

No crean que dejaré de ser señora, no. Solo que habrá veces en las que tendré que picarme a fitness y lanzarme cerro arriba, pa acompañar a Negropelao y pa no estar tan pal loly. Si al final, pa que po. No hay rollo. ¿O si?

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